La economía de la sinrazón.

Uno de los problemas, entre muchos, que enfrenta México, sin lugar a dudas, es su pobre desempeño económico.

Con base en lo anterior, puedo mencionar que el principal motor de dicho desarrollo económico son las empresas tanto públicas como privadas y del sector paraestatal.

Lo que la mayoría de la gente  no ve y está causando y causará grandes problemas en los años por venir, según el economista Alan Greenspan, es que el mundo se está jubilando pero como Él mismo cuestiona, el dilema es si se lo puede permitir. Otro aspecto relevante de las investigaciones de este prominente economista es, sin duda, el análisis de las brechas que dicha jubilación están abriendo.

Es preocupante, por un lado, el hecho de que la generación de los baby boomers está pasando del trabajo productivo a la jubilación y haya muy pocos jóvenes para remplazarlos, sin embargo, más preocupante es que una gran parte, sino es que la mayoría, de esos jóvenes están poco calificados para el trabajo que les espera.

Gracias a mi actividad como consultor y docente tengo el gusto de tratar con muchos empresarios y directores de empresa, así como con un gran número de jóvenes estudiantes y debo confesar que, aunque no he realizado una investigación documentada y exhaustiva, si he podido constatar, empíricamente, la falta de aspiración y dedicación no solo de muchos de estos jóvenes, sino, tristemente, de muchas otras personas no tan jóvenes.

Esta falta de compromiso, si es que se puede resumir en esta palabra lo anteriormente expuesto, es la causa de la baja productividad y competitividad de muchas, sino es que de la mayoría, de las empresas.

Entonces, ¿cómo enfrentar éste dilema?

El primer paso, quizás, sería reconocer las condiciones macroculturales, es decir, la educación que  la mayoría hemos recibido del sistema educativo mexicano y, aclaro, el sistema lo es todo, no solo las instituciones educativas. Nos educan en nuestra casa, nos educan en la empresa, nos educan en la calle. Es éste sistema educativo el que debemos rediseñar para, realmente, ver una transformación socioeconómica en este país.

Y puedo citar un sinnúmero de ejemplos de lo mencionado en el párrafo anterior, pero, como muestra, bástenos un botón.

No nos educaron en la cultura del ahorro, tampoco para trabajar en equipo y ayudarnos mutuamente, de igual manera, no nos educaron para ser emprendedores, ni para esforzarnos día a día para ser mejores, ni para cuestionar el estatus quo.

Pero el problema no se puede resolver viendo solo uno de los lados de la moneda, hay que ver ambos lados para encontrar una solución integral y viable.

El liderazgo es otra de las carencias más representativas de éste país. La mayoría de los líderes en todos los sectores, se enfocan en mantener su estatus de poder y no tanto en el desarrollo de su gente y por ende, de sus organizaciones. A la mayoría se les olvida que el cambio profundo, el cambio significativo, está en la gente.

Cada líder, de acuerdo con Malcolm Gladwell, debería preguntarse, todos los días, ¿qué debería estar tratando de hacer para ayudar a las personas a alcanzar su potencial, a ser lo mejor que puedan ser?

Lo anterior trae a colación una pregunta que suelo hacer a las personas con las que tengo el gusto de tratar en mis conferencias, talleres o clases, así como a mucha gente con la que me relaciono en el día a día:

¿Qué estoy haciendo yo, para cambiar las situaciones de las que me quejo?

La otra parte de la encrucijada es qué la pura reflexión, no basta. La reflexión sin acción no conduce a ningún lado en particular.
Si me pongo a reflexionar sé que el dinero que gano actualmente, no me alcanza y, si hago una reflexión más profunda me doy cuenta de que es porque gasto más de lo que puedo gastar o porque quiero darme una vida que, quizá, en éste momento no me puedo permitir.

¡EUREKA!
Encontré la causa raíz de mis problemas.

¿Y?

¿Esa reflexión me llevará a una mejor situación económica y a un nivel de bienestar superior?

NO

Lo que verdaderamente cambiará mi situación será lo que haga con base en esa reflexión.

Es la acción lo que cambia el estado actual de las cosas.

De lo anterior resulta una de las preguntas que más me inquieta:

¿Por qué no actuamos?

¿Será porque nos hemos vuelto inmunes al sufrimiento, preferimos seguir sufriendo, cualquiera que sea la situación que nos cause tal sufrimiento, que actuar en consecuencia para liberarnos de tal aprisionamiento?

¿Será porque creemos que si no hacemos algo, de todas maneras, a largo plazo, las cosas se solucionarán  por sí mismas?

¿En dónde, realmente, estriba la razón de nuestra apatía y/o animadversión a la acción, al cambio?

En mi humilde opinión, insisto, es nuestra educación. No es que la mayoría de los mexicanos seamos flojos, ni tampoco que seamos corruptos o, como vulgarmente decimos, valemadristas. Sencillamente, estamos mal educados.

La solución, viéndolo de esta manera, salta a la vista.

Iniciemos ese proceso de reeducación, volvámonos autodidactas en la reconstrucción de nosotros mismos. Hagamos de nuestras empresas, instituciones formadoras, reeducadoras. Enseñemos en nuestras escuelas a resolver problemas interesantes, a liderar. Llevemos a éste país y, obviamente, a nosotros mismos al lugar dónde debe y debemos estar.


Por su tiempo y atención, muchas gracias, hasta la próxima.

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